martes, 25 de marzo de 2008
lunes, 24 de marzo de 2008
Poema de Octavio Paz
CUERPO A LA VISTA
Y las sombras se abrieron otra vez
y mostraron su cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina
de tus dientes caníbales,
prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado
y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la una que asciende
a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.
Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minutos después
son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como las espalda del río a la luz del incendio.
Aguas dormidas golpean día y noche
tu cintura de arcilla
y en tus costas,
inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca
y un largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.
Las uñas de los dedos de tus pies
están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta,
negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca de horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra,
de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección
y el día de la vida perdurable)
Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.
Y las sombras se abrieron otra vez
y mostraron su cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina
de tus dientes caníbales,
prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado
y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la una que asciende
a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.
Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minutos después
son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como las espalda del río a la luz del incendio.
Aguas dormidas golpean día y noche
tu cintura de arcilla
y en tus costas,
inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca
y un largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.
Las uñas de los dedos de tus pies
están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta,
negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca de horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra,
de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección
y el día de la vida perdurable)
Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.
sábado, 22 de marzo de 2008
miércoles, 19 de marzo de 2008
sábado, 15 de marzo de 2008
viernes, 14 de marzo de 2008
Acabaras quizás
Acabarás quizás
Acabarás quizás,
acabarás quizás,
si quieres tú...
acabarás en sombras de mi mente.
Acabarás quizás,
acabarás quizás,
si quieres tú...
en el beso agridulce del recuerdo.
Acabarás, no siento apenas nada
sólo nostalgia y nada más
pensamientos en tarde solitaria
pretexto de un poema
acabarás en ideal.
De quien desprecia amores intangibles
acabarás en un rincón
lleno de polvo del cerebro
para bajar
para bajar al corazón.
Por bajar al corazón,
por bajar al corazón...
De vez en cuando
si quieres
si quieres tú.
Hilario Camacho
Acabarás quizás,
acabarás quizás,
si quieres tú...
acabarás en sombras de mi mente.
Acabarás quizás,
acabarás quizás,
si quieres tú...
en el beso agridulce del recuerdo.
Acabarás, no siento apenas nada
sólo nostalgia y nada más
pensamientos en tarde solitaria
pretexto de un poema
acabarás en ideal.
De quien desprecia amores intangibles
acabarás en un rincón
lleno de polvo del cerebro
para bajar
para bajar al corazón.
Por bajar al corazón,
por bajar al corazón...
De vez en cuando
si quieres
si quieres tú.
Hilario Camacho
domingo, 9 de marzo de 2008
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