Cuando encontré a la mujer busqué a la niña,
la que guardaba todavía entre sus dedos,
como simiente, unos gramos de ternura.
A veces sé que los recuerdos
tienen el color de las violetas
o de esas rosas azules
que enmarcan el tiempo
y no se abandonan nunca,
porque tenerte cerca,
sentirte respirando
siempre me trae a mi piel
el estremecido rumor del agua.
lunes, 16 de noviembre de 2009
Felicidades
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