Después de nosotros creció la hiedra.
Se escuchó nítido el sonido cadencioso de una campana,
cada zureo de paloma o el vuelo de un mirlo
traía en el aire la verdad del tiempo.
Así como de mi boca salió un gemido
y una larga caricia de mis dedos
buscó en tu espalda
una senda desconocida
pero siempre cercana a la pasión y al arrebato,
la tarde, lenta e inexorable nos fue llevando,
vadeando una a una todas las palabras,
desde el ayer a un mañana prendido a los silencios.
1 comentario:
Aquí si es verdad el tiempo?
Extraño....como extraño es vadear palabras que no inquieren.
Para un después, el antes es imprescindible....al igual que a los todavias les falta tiempo.
Olimpia.
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